CUENTO BREVE/No. 169


 

Sirenas



Miguel Ángel Balanzario Novelo

Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia-unam

 

 

Para cuando se tocaba el tema de la adaptación específica de los órganos de la visión en las sirenas, se contaban transcurridas tres semanas de clase. Ya nadie hacía anotaciones y más de uno había recargado la cabeza en la banca para no levantarla más.

La sirena agitaba la cola para moverse de un lado a otro de la pecera. Sus bracitos se mantenían al frente, en graciosa postura; la cabellera era una estela dorada en el azul higiénico de tono metileno del acuario; limpios brochazos rubios como rayones de luz en el hastío del salón de clases…

…Recuerden, los brazos son sólo aletas modificadas, ajustes miméticos cuya única explicación es su función como adaptación para la supervivencia; la cabellera: una modificación de la aleta dorsal con función ornamental,

…Y siendo el caso de las sirenas bentónicas, profesor, ¿cómo explica que presenten ojos tan hermosos siendo que no los van a usar?

El profesor lo miró largamente; se quitó los lentes con gesto cansado y talló los propios ojos para borrárselos de la cara.

Varios de los alumnos más aburridos ya habían muerto.

…Se cree que la función del color y el tamaño de los ojos obedece, simplemente, al dimorfismo sexual…

…Pero, maestro, si son hermafroditas…

…¡No sé entonces! …¡No sé!

Y se echó a llorar sobre el escritorio, con sacudimientos tan conmovedores que muchos alumnos no supieron qué hacer; otros salieron por la ventana. La sirena se agitó un poco; sus pechos se aplastaron gentilmente contra el cristal.

El maestro se recuperó un poco…

…Debemos recordar que las sirenas bentónicas también pueden ser bioluminiscentes…

Se recuperó por completo y acercó la tarja al acuario de la sirena que lo miraba sindecir nada, las llantas rechinaron con un ritmo sincopado.…

Ahora está a punto de cantar, dijo alguien al fondo del salón.

El maestro sacó a la sirena del acuario y la colocó con delicadeza en la tarja. La si rena empezó a cantar; una voz dulcísima que hacía correr el aire por el salón, un aire fresco y salobre, de atardeceres fríos frente al mar.

La sirena se agitó un poco y dejó de moverse; el maestro hizo algunos cortes y maniobras poniendo al descubierto la vejiga; con la punta del dedo la presionó un poco, algo del canto intentó repetirse.

…Las sirenas no tienen faringe, ni cuerdas vocales; el sonido lo producen con la vejiga natatoria…

…El canto no es un producto intelectual, son unos cuantos, específicos, y no admiten variación…

La sirena aún se movió un poco.

…No tienen párpados.

El maestro siguió cortando. La sirena miraba neciamente hacia el cielo raso…

…¿Y las glándulas mamarias, profesor?

…Son, simplemente, para alimentar a las crías.

Alguien, sensato, empezó a sacar a los alumnos muertos.

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Miguel Ángel Balanzario Novelo (Ciudad de México, 1978). Cursó el primer semestre del diplomado de Creación Literaria y el curso de cuento de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Ha publicado en la recopilación de los ganadores del concurso Cementerio postal (UNAM, 2000), en la colección de cuentos Fantasofrenia (As de Corazones Rotos, 2003) y en la revista española Voces.