18 POETAS DE VERACRUZ/No. 167


 

foto-toribio.jpgFernanda Toribio



Xalapa, 1987



ADORMILADO frente al cuerpo
(que es desnudo)
piensa el marinero:

—Esa roca y ese arco son todas las preguntas.

Esa palma junto al río,
henchida de blancura,
acaricia ya
el rojo de su sueño.

—¿Qué sueñas?
—Sueño todo, sueño a todos.

Y su voz tiembla
presenciando un movimiento.

Junto a él que no es la vida
yace el fuego
y la palabra: eternidad.

¿Qué soñaba?

En el parque había una niña que jugaba con las piedras en el columpio y en el kiosco de ese parque una niña que jugaba con la roca y con el pasto en el columpio.

El despojo del mar
Toca sus dedos: despierta.

¿Qué soñabas, marinero?

En el parque una niña que jugaba vio una luz y las piedras el columpio y todo eso fue la bruma —Sueño a todos, soy en todos— una niña que jugaba vio una luz y asustada miró al kiosco —¿dónde están?— no había sino bruma y ese par de conejos en el pasto que jugaban y esas niñas en el aire del columpio un momento nada más.

De espuma
fueron sus palmas
Tendidas frente al sol.

¿Qué soñaste?

En el parque una niña que jugaba vio una luz y todo eso que veía fue la bruma y en su espanto vio hacia el kiosco —¿Dónde están?— en la esquina del columpio había conejos y otras niñas suspendidas en el aire del columpio dos momentos nada más —Sueño todo— y su espanto cesó al no ver luz dejó sus piedras en el pasto en el columpio y fue a su casa atravesando la avenida —¿Aquí están?—.

El horizonte armado
Frente al hombre
(que es desnudo)
como velo hacia su párpado dormido.
Y la mano hacia la espuma.

¿Cuál era tu sueño?

Y la niña preguntó —¿Aquí están todos? — y vio hacia el parque venía un hombre —Aquí estás tú — y la bruma se disipa —Aquí no estabas — y la mano en el silencio de la boca de la niña hacia el parque donde llora otra niña y se queja otra madre no hay espanto y esa luz en la boca de la niña que no dice su zapato que fue negro en la calle que fue oscura en la mano en el parque ya no juega con las piedras —¿Dónde estabas? —. —Tú no estabas — los conejos en el pasto —Eso no es — y la mano armada en el cuerpo de la niña y el zapato que cayó —¿Esto es suyo? — y la boca en el silencio en el parque jugando con las otras el columpio suspendido por el tiempo un momento nada más.

7:30 de la mañana hora del arribo.

—¡Ey! ¡tú! ¿Qué decías que soñabas?

Una niña en el parque que jugaba con las piedras…

—Sueño a todo, soy en todo, vivo allá.

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Fernanda Toribio. Estudia Filosofía en la Universidad Veracruzana.