No. 165/30 POETAS (1985-1991)


 

autor-26.jpgChristian Peña



Ciudad de México, 1985



Hart Crane interroga olas a bordo del buque Orizaba

Es dueño del azul, todo el azul que se extiende desde Brooklyn hasta el Golfo de México, desde la lejana edad del cielo hasta las constelaciones de estrellas submarinas. Su espalda es el puente que atraviesa la juventud de América vestida de powhatan. Ama el mar, por eso duerme con marineros de espalda ancha y permite que éstos lo penetren hasta el crepúsculo, que le cuenten historias de navíos y le besen la frente antes de dormir. (La verga de los marineros mexicanos tiene escamas).
Es adicto a los labios volátiles del whisky; si el mar fuera alcohol, lo bebería todo en una zambullida.
Hoy camina en la cubierta de una noche ebria. Se inclina sobre la borda y le cuenta a las olas que él hubiera convencido a Whitman de rasurarse, que desearía cortarle el cabello a Pocahontas, que el amor entre hombres es un buque sin rumbo.
Pero las olas de Veracruz no hablan inglés. Él quiere que le digan si sobrevivirá esta noche. Las olas no responden. Y él baja a preguntarles al oído.


Ingeborg Bachmann compra cerillos en una tienda de la Via Giulia

Antes de entrar, sube el cuello de su abrigo. Procura estar arropada porque su piel tiende a erizarse cuando recuerda el frío de Austria o a las tropas invadiendo su infancia en Klagenfurt.
Le hacen falta palabras para hablar con el tendero; quiere pedirle unos cerillos, pero sólo atina decir “insecto de luz”, “chasquido de Satán”, “pestaña de Sol”, “cementerio junto a un aeropuerto”.
El tendero la apresura, al tiempo que acaricia con los ojos su cabello corto, siempre arriba de los hombros, siempre rubio cenizo.
Ella sospecha de cuanta palabra llega a su boca. Su italiano tiene acento alemán. Pero no importa el idioma. Sabe que todo lenguaje es un gesto equivocado. Wittgenstein le susurra que “De lo que no se puede hablar hay que callar”. No hay palabras para nombrar el fuego que ella busca, el fuego en que la noche romana encenderá su promesa.
Mientras el tendero atina finalmente a entregarle los cerillos, ella empieza a sudar y se pregunta a cuántos grados arderá el infierno.
El otoño cumple cuarenta y siete años.
Sale de la tienda, sube el cuello de su abrigo y camina hacia su apartamento. El ocaso se refleja en la lluvia estancada en la Via. Ella se despide del sol, sonríe, y se aleja con un incendio entre manos.

 
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Christian Peña. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas durante los periodos 2005-2006 y 2006-2007. Es autor de Lengua paterna (Ediciones Sin Nombre, 2009). En 2008 obtuvo el Premio Nacional de Poetas Jóvenes Jaime Reyes por su libro De todos lados las voces (UACM, 2010). En 2009 recibió el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo por el libro El síndrome de Tourette (CECAN, 2009). Por Janto, recibió el Premio Nacional de Poesía Joven “Francisco Cervantes Vidal” 2010. Actualmente es becario del FONCA, Jóvenes Creadores periodo 2010-2011.