No. 164/POETAS DE CASTILLA Y LEÓN


 

perez.jpgVíctor M. Pérez Mateos



Oviedo, 1978



Poética

El problema de la poesía hispanoamericana es uno, no veinte. Pero gordo; y muy largo. 



Quinario de crédito y compañía


Que no quede ni una
Completamente árabe
Mil millas caminando solo
Sólo te preparas para la turba
Muchos años sin perro
Después del Deporte
Pon a tus amigos en el ojo del huracán
—sus impulsos en la viga—
Por la droga siempre has dado
Y darás lo mejor de ti mismo
Manda ahora
tu leona
a cazar.





Los tres investigadores

 

You open the door
And step out into the dark. Now I'm ready.


—solía llegar Pete a última hora puestísimo y nos aperdigonaba desde lejos; nos daba a más de uno, acertaba bastante y luego, a veces, nos perseguía, por acompañarnos, mientras le daban esas arcadas que lo ralentizaban. De eso se aprovechaba nuestra huida cariñosa.

Jupe, un radio de once kilómetros donde los hombres borrachos que quisieran gritar, gritaran; se dejaran. Hoy imposible. Un gesto de… de qué, Jupe? La policía ha llegado, Júpiter, suelta esa cabeza. No es triste.

¿Seré tu dos. La llegada de la paz; firme ahora en los festivales? Jupe, Bob colgado, sus gafas agrandadas.

HACED LO QUE OS DICE:

Mirad desde hoy a Jane Campion al final de la carretera haciéndonos señales dudosas. Señales duras, tal vez. Sólo al conducir adivina. ¿Su alma ha retrocedido? Son muchísimas las coincidencias.




Son millones

A Felipe IV

Pocas
ventanas por las ingles, decididamente,
cuando los delitos, ese día llega, se alzan.
Aplicarse, para ser uno
hasta la opacidad
—hay botones—, o
merecerse un deje insostenible
en los versos. Irreal
a punto de ser
—en grande—, visto y no visto:
para qué
sin plan, o ya terminados
no hay límite, no haya
en nuestra franja / familia
—el gran error—
ni tipo humilde?

Aparte,
en esta época
nos comeremos las fiestas
hasta el final; hasta el limpio
y justo final, buscando toda la noche
una carambola para matarnos.




El espíritu largo del señor Peredita

Detesto a las mujeres
que no viven en las riberas.
Llevo así ocho años. Quiero
Verlas el hueso; que salgan salvajemente de la panadería
abandonándolo todo. Quiero
Darles los puntos por dentro a las Grandes Luchadoras.

Era verano. En nuestra cabeza
Escribir así no valía.

No feroz y compañero de clase
Era levantar el negocio
Así animábamos a la presa.

Porque culebrea mejor
tu hermana sí probó los rosales,
las encinas sueltas.

La excursión más habitual era un truco.
El precio de tu hermana regresando a mis labios.
Parte de la intriga está
en que nos hiciéramos amigos.
La puesta en marcha de acogidas
por amigos, en los que nunca pensabas.
Encontrar, más tarde, en los confiados
más vengativos,

nuestra historia.

Cuál era mi cama.




Catorcemiles

Pienso en otro tipo de motores,
retorcer un trozo de pan y estar listo;
los títulos vienen de su tamaño real
No paseéis por el mundo —Preferir
resultaría extraño—.
Que nada quede claro, pero sí transparente
—como una atrocidad en la carretera—.
Sólo dan a luz
profundamente dormidas
con ganas de todo,
y yo en las ciudades.

 

mateos-01.jpg

Víctor M. Pérez Mateos. Aunque toda su familia es de Zamora, nació en Oviedo. Actualmente vive en Aldeaseca de la Armuña, pueblo de Salamanca. Es autor de Océano llovido (todo según tú) (Cuadernos para Lisa, Salamanca, 2000) y Las maestras sumergibles (Black Hole Poesía, Jerez de la Frontera, 2006). En 2008 participó en el I Campeonato Mundial de Poetas Pesados. Es tetracampeón de ping pong de los Jesuitas de Salamanca. Posee el Carnet C-1.