No. 164/POETAS DE CASTILLA Y LEÓN


 

llorente.jpgLuis Llorente Benito

Segovia, 1984



Poética

Una mirada al mundo desde la emoción contenida por un filtro de literaturidad, o no.
Escribir como talar un árbol o como sacarse un insecto de la boca. Como digo en un poema:

La escritura mineral no tiene límites. / Lo importante es la raíz que se levanta.




Eres un sueño

Eres un sueño.
Yo un tigre llorando.
Ella una habitación vacía,
un reloj atravesado en la garganta,
y se cubre de niebla la memoria, y sordamente escribo
con el pulso desatado,
y vienes tras la noche apresurada,
y extrañamente desmedida, y escucho el fuego
de tus manos en mi regazo árido,
en mi cabaña muerta y de silencio,

y el mar tiene todos sus barcos hundidos
y yo estoy en mi blanca habitación vacía.

 

(de La mirada ebria, inédito)






Un teléfono…

                                                      Eres el dios reciente y amarillo.
                                                      
                                                     
Alberto Girri




llorente-01.jpgUn teléfono sonando en el vacío
es el enjambre más preciso de la muerte.
O la vida que desata su indecisa permanencia,
su celeste aurora
restallando en los metales oxidados
como dientes ácidos
clavándose en la lluvia.
Solemne nitidez de la memoria
disparando espejos en la ciudad vacía,
donde el cuerpo nace y se acuerda de la tierra.

Los que conocen
el fulgor de esa palabra
han mirado más allá de las ruinas,
han visto madrugadas llenarse de raíces,
y los ojos afilando sus cuchillos,
y la vida rebuscando en sus refugios:
la celeste aurora
de nuestra desolada podredumbre.

 

(de Casa muerta, inédito)





Ilumina…

Ilumina palabras esta nube,
inmensa lengua que profana.
Lengua larga de la tarde.
Flor desenvainada, árboles antiguos.

Son criaturas en la aurora. Aleixandre
entregada tiene su mano.

Cernuda en Ciudad de México
escribe un verso en este instante.
El océano Pacífico es demasiado triste, para él y para todos.
Su muerte en el D.F. se extiende hasta Acapulco.

Un poeta debe conocer su cuerpo.
Un poeta debe no ser recordado.
Un poeta debe
conocer las leyes implacables,
caer en la desgracia,
sepultar sus versos
y renacer desde el olvido.

Escribir para la inmortalidad
desde instantes inmortales.

Caminar bajo la lluvia
como un fantasma.

Tener su casa aquí,
                            nombrar la noche y el poema,
apagar su sed y reafirmar sus desperdicios,
encontrar los papeles que hablaban de la aurora,
inventar una mirada triste,
posar con su noble calavera,
parecerse al fuego,
leer bajo la lluvia con la lámpara ebria,
murmurar la oración del despertar,
desnudarse ante el asombro,
profanar sus propios ojos en espejos alterados
por estados alterados de conciencia,

tomar café con lluvia y sin azúcar,
encerrar sus manos en la noche,
escribir en los instantes olvidados

para que un lector, cincuenta años después,
olvide cada verso en un instante.




Qué poema…

                                                      Amor, terror de soledad humana.
                                                      
                                                     
Luis Cernuda

 

Qué poema es éste. Cuántos he dicho
para tiritar, para salir, para cerrar el frío
y esta casa de recuerdos áridos.
Profunda la memoria canta, se abre aquí
su nombre
y este surco me recuerda a otro lugar,
a otra casa, a otro cuerpo.

Era otro poema
dictado por la misma luz.

Un poema distinto tras las cortinas antiguas.

En esta casa el llanto se dibuja
en sus paredes agrietadas,
                                      y tiene su olor
otro silencio desgastado.
                                   El polvo en la madera,
los años van royendo dulces a su oído,
y quién se esconde
en el rellano, quién oculto en la escalera,
qué sueño se desteje
para mirar el agua en estas manos frías
—región sin nombre, desolado páramo—,

qué ojos los del tigre aletargado,
en el césped marchito de ponientes afligidos,
su lugar más ebrio y desolado,

alto el desierto en la llama que estremece,
oyendo estoy a la espuma como garganta quejarse

y tú sólo vienes en el sueño
como diosa ebria.

 

Luis Llorente Benito. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Ha publicado el poemario La rutina de la nieve (Huerga y Fierro, 2010). Es autor de muchos otros poemarios, inéditos, de los cuales uno está pendiente de publicación. Una selección de su etapa poética de 2003 puede encontrarse en la web posei.as. Sección Autores siglo XXI: Luis Llorente Benito.